*:Alter - Focus:*
Hay sonidos que nos recuerdan la infancia, imborrables aparecen a lo largo de nuestra vida, como una insistencia a mantener una raíz anclada en ese momento mágico e irrepetible. A veces me cuestiono si será eso, o tal vez que conforme los años pasan, la sensibilidad nos hace presa de los sentimientos más profundos, y nos sumergimos en una burbuja de vulnerabilidades en donde hasta el soplido amerita unas cuantas lágrimas para regar las flores de nuestro parque de experiencias. Últimamente todo parece una lija que elimina imperfecciones, y en el pulir las células de lo que ya no debemos ser, se duelen casi como si estuviéramos arrancando nuestra misma piel. Dicen que es el dolor del crecimiento, pero no recuerdo que en mi pequeña estatura alguna vez haya sentido que mis huesos adolecían su estiramiento. Sin embargo, nadie garantizó que el alma no sintiera su mismo calcio. A dónde van de Silvio Rodríguez me recuerda estos momentos de laberintos en mi existencia... busco, busco, regularmente encuentro, pero aquello que quiero parece que siempre está perdido. Llega pero opta por irse.
*:Alter - Focus:*
Los días son helados, como lo anhelaban sus manos, y los sueños que se esconden detrás del edredón en donde duermen calientitos, apaciguados, sin que el ruido moleste sus ganas de seguir volando. Las respiraciones se extrañan, aunque de momento, aparecen traviesas en ese lugar de la habitación reservado. Tiene un nombre, nadie ocupa ese vacío, sólo quien debe ser, quien está ahora. Las mañanas son cortas, las tardes casi nulas, y las noches alargadas, cuando los silencios son los que acompañan al frío invierno, el que reclaman las estancias evaporadas.
*:Alter - Focus:*
El viento se distrae un poco y deja de soplar en el sentido contrario de esos pasos, y parece que el cansancio de ir a presión ayuda a avanzar más rápido. Sin embargo, su dirección a las nubes del otro lado de la colina sólo es momentáneo. El polvo que arrastra hasta sus ojos parecen navajas que le nublan la vista, y el picor que produce en su piel salada, alfileres que realizan acupuntura a sus objetivos. Se detiene, procura despejarse de esos malos ratos, y vuelve a suspirar por sus deseos, y en su mente, la certeza de que no todo lo que se anhela se convierte en realidad. El hartazgo de esa realidad ahoga, pero no descarta optimista que al final de todos los obstáculos, cual atleta, volará sobre ellos y llegará justo a la distancia en la que sabrá que habrá reiteradamente un nuevo comienzo. Mariposas... sin palabras y con muchos pensamientos últimamente...
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De un día a otro el panorama cambia sus colores, y las pinceladas se ajustan en pixéles. A veces difuminados no permiten identificar las siluetas que a la distancia son oscuras. Temerarios los pasos avanzan, en el azar de su vuelo y caída, siempre en el resguardo de los sueños. Hace poco dijo que el paso dado, es como haber aterrizado en los cometas que todos creen inalcanzables, en los que mantener el equilibrio parece toda una osadía, por la velocidad que implica movimientos casi matemáticos para acertar en su plataforma y no en el vacío. De pronto nada se ajusta, pero otras veces parece que todo encuentra su lugar poco a poco. Entre las risas y lágrimas, busca esas manos que aunque distantes, sabe que encontrará. Nadie dijo que sería fácil, me lo recuerda Coldplay y Scientist, enmedio de tantos vacíos, llenos y cambios… extraño.
Hay sonidos que nos recuerdan la infancia, imborrables aparecen a lo largo de nuestra vida, como una insistencia a mantener una raíz anclada en ese momento mágico e irrepetible. A veces me cuestiono si será eso, o tal vez que conforme los años pasan, la sensibilidad nos hace presa de los sentimientos más profundos, y nos sumergimos en una burbuja de vulnerabilidades en donde hasta el soplido amerita unas cuantas lágrimas para regar las flores de nuestro parque de experiencias. Últimamente todo parece una lija que elimina imperfecciones, y en el pulir las células de lo que ya no debemos ser, se duelen casi como si estuviéramos arrancando nuestra misma piel. Dicen que es el dolor del crecimiento, pero no recuerdo que en mi pequeña estatura alguna vez haya sentido que mis huesos adolecían su estiramiento. Sin embargo, nadie garantizó que el alma no sintiera su mismo calcio. 
