Muero un poco,muto la piel de anfibio
por alas de brillantina,
suaves como el pétalo de una rosa,
fuertes como el corazón imperfecto
que se formó en mi cuerpo,
miedo de perder en los sueños
y atraer dolores a la conciencia.
Muero cada vez,
se elimina un día en esta vida,
el tiempo avanza en el tic tac del reloj
y los ojos de un lado hacia otro,
persiguiendo el péndulo
de la existencia que reta,
permite y limita como un tirano.
El oxígeno vuelve a los pulmones,
la sirena pierde las escamas dolorosas.
La evolución inevitable todavía no tiene rumbo,
delante el laberinto de posibilidades.
La duda de elegir, actuar, soñar, de SER.
¿Hacia donde ir?
Y ¿para qué hacia allá?.
No hay pasos hacia el caparazón de caracol,
solo es viento y agua, sensibilidad y dispersión.
El ahora es vago,
sin rumbo,
ha llegado el momento de decidir
lo que hay que SER
a partir del punto final de estas letras.
