No siempre tenemos un día propio, pero cuando se tiene hay que vivirlo respiro a exhalo, porque sino se consume.
Raro, realmente raro, pero este año me dio por festejar el descumpleaños 18, y entre las precampañas electorales, no importó la ausencia de un maquillaje decente, de un atuendo fuera de la ordinario.
Una vez que concluí mi día laboral, por ahí de las nueve de la noche, me trasladé a un antro que se llama “W”, que vaga entre los fresa y lo común, pero que permite estar a gusto, mucho más con mis acompañantes.
Estuvieron los que quisieron, y los ausentes pues siempre extrañándolos, aunque ahí están, del otro lado del auricular, o viajando entre las letras electrónicas, pero sé que están porque lo sé y ya.
No sé si el tiempo se consume así mismo, o se lleva pedacitos de mi entre sus viajes acelerados, lo cierto es que por la mañana mientras me dirigía a un evento precampañoso, entre el malestar de la desvelada y de la fumadera nocturna, me vi realmente distinta, me siento tranquila.
Entre muchas historias escritas en la pequeña libreta secreta, leo momentos realmente espléndidos, y deseo luminosamente que el aprendizaje no deje de llegar.
Por la mañana adopté a una pupila jajaja, dice que quiere aprender de mi porque no quiero dejar de aprender. Le dije: “siento que perderé el día que asuma que lo sé todo, por eso despierto diciendo que no sé nada y que algo distinto sucederá que me hará crecer un poquito más”.
No sé, siguen los días, y yo sigo aquí. Por alguna razón será.
Raro, realmente raro, pero este año me dio por festejar el descumpleaños 18, y entre las precampañas electorales, no importó la ausencia de un maquillaje decente, de un atuendo fuera de la ordinario.
Una vez que concluí mi día laboral, por ahí de las nueve de la noche, me trasladé a un antro que se llama “W”, que vaga entre los fresa y lo común, pero que permite estar a gusto, mucho más con mis acompañantes.
Estuvieron los que quisieron, y los ausentes pues siempre extrañándolos, aunque ahí están, del otro lado del auricular, o viajando entre las letras electrónicas, pero sé que están porque lo sé y ya.
No sé si el tiempo se consume así mismo, o se lleva pedacitos de mi entre sus viajes acelerados, lo cierto es que por la mañana mientras me dirigía a un evento precampañoso, entre el malestar de la desvelada y de la fumadera nocturna, me vi realmente distinta, me siento tranquila.
Entre muchas historias escritas en la pequeña libreta secreta, leo momentos realmente espléndidos, y deseo luminosamente que el aprendizaje no deje de llegar.
Por la mañana adopté a una pupila jajaja, dice que quiere aprender de mi porque no quiero dejar de aprender. Le dije: “siento que perderé el día que asuma que lo sé todo, por eso despierto diciendo que no sé nada y que algo distinto sucederá que me hará crecer un poquito más”.
No sé, siguen los días, y yo sigo aquí. Por alguna razón será.
Amarrate una escoba y vuela lejos, me convirtió en una brujita desde que escuchaba a Caifanes en la habitación de mi hermano, mientras seguía buscando la respuesta a mi primera pregunta filosófica a los cuatro años: ¿Quien soy yo?, que ha evolucionado a mi duda constante: ¿Qué carajos es la vida?.